domingo, 27 de mayo de 2012

maleta de nostalgias

Tremenda empresa es la vida. Llevas a cuesta una maleta de nostalgias. ¿Quién soy,quién seré?. La alumna adelantada, la maestra recordada, la mujer amada o la madre trasnochada. Qué somos en verdad o que te hace el tiempo o la vida?.Tú eres como la marioneta que te lleva el viento
Lloras, ríes, alzas el castillo de naipes y lo ves rodando por el suelo. No eres nada, no eres nadie o eres como las olas que van y vienen. Todos este meditar viene de días atrás, de meses atrás. Me siento de diez años, en la tierra de papá. Unos días como pocos, pasados con liviandad. Allí me encontraba, con dos que ya se han ido. Y un dolor que te recuerda el otro, nublándose la miradaNací de una mezcla extraña poco común en mi tierra. ¡Será por eso lo enrarecida
que soy!.Mi padre de las montañas heladas y mi madre de la tierra de los pescadores , de ese mar profundo. Unos caballeros y otros dicharacheros. Por eso mi alma es tan extraña...... 
Vengo de una unión de cuarenta y cinco años, donde uno no puede estar sin el otro. El gocho (así le decimos a los nacidos en los Andes Venezolanos, frío y calor; todo una mezcla) no puede estar sin mamá, cuando olvidamos ese dato y le decimos_ papá pero Ud. tiene que ir, por este lado. Dice sin esperar, ipero y Fina!. Y nosotros sólo sonreímos y nos consideramos participes de esa unión.Ellos han vivido más tristezas que alegrías pero siempre muy juntos. Papá ha acompañado a mi madre, fielmente en la pérdida de su madre. Y ella ha estado allí cuando nuestro apellido paterno se pierde, como en estos días cuando Ana se fue a visitar a mi abuela.Conocí a Ana, en el calor de los Andes. Apenas empezando a ser mujer. Recordarla es pensar en comer todo el día la crema deliciosa de los aguacates. Y las arepas hechas con mayonesa, que mi mamá le encantó hasta que llegó a Caracas y digo ¡mucho colesterol!. Igual recuerdo los fabulosos jugos hechos de guanábana y su eterno quehacer diario.A ella estaba unido el signo de la desgracia, desde que dejó ir a su única hija con una vecina y un camión se la llevó para dormir su infancia, ya no tuvo más hijos. Se dedicó a criar sobrinos.
Recordar a Ana es mover sentimientos, añoranzas. Tiempos idos que no volverán y
felicidades que solo se quedaron en el pensamiento. Y vuelven las preguntas ¿quién soy? ¿por qué soy diferente a los demás? y las interrogantes quedan abiertas para ver si algún día encuentro respuesta. Pero creo que ya me habré ido y el río de mislágrimas ya estará desbordado




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