Todo se inició con mis libros escolares, donde un burrito ensayaba con unas esponjas y una cantidad de sal. Entonces leída por mi madre. Mis lágrimas no tenían cuenco. Se dejaron derramar en mi pequeño vestido y en mi larga cabellera. Posteriormente, me abatió un largo catarro; dejando mi cuerpo de 6 años. Sin sus defensas.
Mi padre (el de aquel entonces) me trajo lo que antiguamente denominaban Cancionero. Para mí era una ventana hacia un mundo de imaginación y de hermosura. Allí me enamoré de las letras y de su belleza. Pero permanecieron dormidas por algún tiempo. Luego, continué con mis estudios, leyendo pragmáticamente.
Después llegó mi primer año donde mi profesora, nos propuso unos textos coloquiales y literarios.Me afané por semanas, lo arreglé lo mejor que pude, e incluso realicé textos para mis compañeras. Todo estaba listo, la profesora iba a evaluar y yo leí mi composición. Al finalizar, ella señaló que yo no había escrito eso. Me propuso que si deseaba la calificación que realizara otro nuevo. Por una parte, me sentí halagada y por otra maltratada. En escasos minutos, apareció un texto sobre un cielo de terciopelo y unas centelleantes estrellas. Por fin, la docente me creyó. Y a partir de allí, repitió continuamente la expresión ¿por qué no concursas? yo no tenía ni idea a que se refería. Deducía que comentaba algo sobre mis textos y algo bueno sobre ellos. Pero allí quedó..... pasaron años y realicé pequeños escritos en un minúsculo cuaderno y posteriormente con la facilidad del internet ahora me encuentro frente a un teclado y un monitor reconociendo mi historia.
domingo, 27 de mayo de 2012
aquel entonces
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